lunes, 30 de julio de 2012

Doble

                                      

Camino por una calle recta que desemboca en una puerta cerrada. A escasos centímetros, o a miles de kilómetros, hay otra como yo, caminando por una calle recta que desemboca en una puerta cerrada.

jueves, 19 de julio de 2012

Instinto de gato

   


––Los gatos no son como los perros. Son más del lugar que de los dueños ­­–– ­afirmó la mujer, mientras emergía de la cama, enfundada solamente en unas pantys oscuras. Y continuó:
      ––Me gustan. Me les parezco. Me aferro a mi casa, aunque ni siquiera es cómoda.
      ––Eso sería lo de menos ––contestó el hombre bajo las sábanas. ––Es demasiado grande y oscura. Y en cualquier momento empieza a derrumbarse sobre tu cabeza. Fijate en las manchas de humedad; y en las grietas que se están abriendo en aquel rincón.
      Ella sonrió al seguir el movimiento del dedo acusador, y en sus ojos cansados hubo un destello verde.
       ––Si, ya sé. Y también que tiene demasiadas puertas, pocas ventanas... y que mi cuarto es ciego. Pero que importa. Cuando vuelvo aquí me siento bien; aquí tengo mis cosas.    
      
      El tic tac del reloj de pared (que servía para tapar una mancha de humedad) pareció llenar la habitación. El diálogo se interrumpió por un momento.
      Ella se sentó frente al espejo y comenzó a cepillarse el pelo con aire distraído. Él se dirigió al baño estrecho con la claraboya del trozo de plástico en lugar de vidrio, y volvió con una mueca de desaprobación.
      ––Pero si vos sabés… en cuanto quieras venirte conmigo, pinto un poco la casa… elegís unas cortinas... ¡y chau! Vas a estar mucho mejor que acá.
      Ella se acercó, se paró frente a él, lo acarició. Trató de agradecerle con un beso húmedo y profundo. Pero hizo un movimiento de negación con la cabeza.
      ––Nunca vas a poder entender lo que es venir con los pies cansados, el pelo mojado… pero sentirme libre. Recostarme en mi almohada, en mi cama...  mía. Mía. Por ahí puedo ser mujer de muchos. Pero aquí, si no quiero, de ninguno.
      Silencio. Él prendió un cigarrillo; se le notaba la incomodidad.
      –– ¡Eh, che! ¡Que cara! ––dijo ella, pellizcándole una mejilla. ––Nunca te mentí. ¡Si sos un amigo! Ni se te ocurra ponerte en gastos; pienso quedarme aquí hasta que me muera.
      Trató de reducir el impacto con una carcajada.
      ––Aceptá que tengo instinto de gato… y no me mirés más con esa cara de carnero degollado. Vamos otra vez a la cama. Hoy estoy sólo para vos. ¡Pero no te malacostumbres!

viernes, 13 de julio de 2012

Tres cuentitos para no niños


Cenicienta

Tic tac. No es un reloj. Son los zapatitos de cristal de Cenicienta repicando sobre el sendero oscuro. Cuando todo se vuelve silencio, se detienen.
Entonces se da cuenta de que al infinito, se puede entrar descalza y sola.



Caperucita.

Un mohín caprichoso frunce la nariz de Caperucita. Se siete frustrada. Por más que el peletero haya trabajado arduamente para domeñar la piel del lobo, el tapado sigue estando hirsuto y no le sienta.



Blancanieves.

Desde que la muerte la arrebató se ha vuelto más blanca y  más fría que la misma nieve. Y sus labios, tan rojos y húmedos como la sangre que bebe con exagerado placer.
Le regalaría una manzana, pero no es época.


miércoles, 11 de julio de 2012

Sueño de sirena

 

Sueña la oscura sirena
con corales tan rojos
como sus ojos.
La mansa ola
rompe en espuma,
sobre la arena de su sueño
Gritan lejanas
las  gaviotas salvajes
que la despiertan.
Y con húmedos dedos
(suspira un poco)
va trenzando, graciosa,
las algas en su pelo.

miércoles, 4 de julio de 2012

Pensamiento metafórico


"¿Cómo puede llegar a saber el pez, que el agua dentro de la que vive procede de las nubes?".

La frase es perfecta. La publiqué como perteneciente a RabindranahTagore, pero fue imposible encontrarla como suya. Puede haber sido una variación de una frase de Einstein: "¿Qué sabe el pez del agua dónde nada toda su vida?"

Gracias al lector Paco L.