Cenicienta
Tic tac. No es un reloj. Son los zapatitos de cristal de Cenicienta repicando sobre el sendero oscuro. Cuando todo se vuelve silencio, se detienen.
Entonces se da cuenta de que al infinito, se puede entrar descalza y sola.
Caperucita.
Un mohín caprichoso frunce la nariz de Caperucita. Se siete frustrada. Por más que el peletero haya trabajado arduamente para domeñar la piel del lobo, el tapado sigue estando hirsuto y no le sienta.
Blancanieves.
Desde que la muerte la arrebató se ha vuelto más blanca y más fría que la misma nieve. Y sus labios, tan rojos y húmedos como la sangre que bebe con exagerado placer.
Le regalaría una manzana, pero no es época.
Le regalaría una manzana, pero no es época.
1 comentario:
Entre las cosas que disfruto se cuentan, sin duda, las reescrituras de los cuentos clásicos. Me gustan los tres pero el de Caperucita se lleva, para mi gusto, las palmas.
Un fuerte abrazo, Nedda
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